La Venezuela de hace más de 40 de años atrás no fue una sociedad violenta, tampoco ocurrían masacres entre bandas criminales, pues, ellas no existían, tampoco existía un gobierno militar ni policial aliado con grupos paramilitares ni guerrilleros, esto ocurría en paises como Nicaragua, Salvador, Cuba, Colombia, Uruguay, Paraguay, paises propios de Centroamérica, en la que Venezuela privilegiadamente era la diferencia, no existía un gobierno dictatorial que reprimiera con mano dura y con una proclama a muerte a sus adversarios políticos e ideológicos, estas historias se conocían mas en el llamado cono sur.
La Venezuela de antes amaba y se erguía de orgullo por sus indígenas, por sus ancestros, por sus tierras llenas de historias y misticismo, este hermoso país recibía con los brazos abiertos a los miles y miles de refugiados y desplazados de otros paises sumidos en profundos problemas políticos y bélicos, o simplemente brindaba oportunidad a los miles de extranjeros que buscando suerte llegaban a nuestro país convirtiéndolo en un territorio multiétnico, cultural, religioso, gastronómico, un país en el que se concentraron las mas variables tradiciones extranjeras, haciéndolas en muchos casos muy suyas, un país bendecido por el mismo dios de forma directa.
Ya Venezuela no es el país de los sueños, ahora luce desteñida, ajada, golpeada y triste, abandonada a su suerte, hoy tiene un rostro de sufrimiento que se refleja a través de sus hijos, Venezuela cambio.
Hoy los venezolanos escudriñan tras la basura, aguardan ansiosos los desechos de comida en la parte trasera de los restaurantes, se disputan las mejores zonas del este de caracas para esperar el tan ansiado desecho de comida, para llevar alimentos a sus hogares, sin dejar a un lado a otro grupo importante de Venezolanos que deambulan a diario por las diferentes calles de las principales ciudades, hurgando en la basura, evitando que los camiones de recolección de desechos se lleven la basura no sin antes revisarlas para buscar algo de comer, tenemos una clase social llamada los carroñeros que subsisten de lo que encuentren en los depósitos y lugares de desperdicios públicos, ya no hay distingos de edades o genero, es un efecto colectivo propio de un país empobrecido y sumido en un profundo caos, deshumanizado en muchos casos por nosotros mismos, preferimos voltear la cara antes de ver la realidad social que tenemos.
La Venezuela de hoy se convirtió en una sociedad violenta, con hambre, con sed, necesitada de valores, ausente de educación, necesitada de un norte claro, alentador y esperanzador. Hoy este país se desangra por sus cuatro costados, hoy derrama sangre en el Sur para sacar de sus tierras a nuestros ancestros para hacerse del oro, aliándose con megabandas armadas, hoy el país llora sus muertos producto de los ajusticiamientos extrajudiciales, por diferencias políticas, hoy Venezuela sufre por sus enfermos sin medicina, por aquellos que son víctimas de los abusos y atropellos y violación de sus derechos como ciudadanos.
Hoy en este país, la delincuencia ha mutado, se ha renovado, se ha fortalecido, ha crecido en distintas direcciones, sin pudor, sin miedo, sin pena, se ha apoderado de las instituciones públicas, de la educación, de la salud, de la economía, de la política, de sus organismos judiciales, de su gente. El desarrollo del empobrecimiento ha impulsado el desarrollo de inéditas formas de delito, por hambre, por avaricia, por la falta de valores, por ausencia de una educación efectiva. La acción policial marcada por una ausencia de políticas claras y efectivas de seguridad pública, desproporcionadas y deshumanizadas para con una sociedad ya hoy dia sometida a la voluntad de un grupo muy reducido de personas con poder, apalancado y apoyados en la clase militar, policial y delictiva, para someter a su voluntad al pueblo venezolano. Hoy se escuchan los llantos de las madres y padres por sus hijos, hermanos y familiares ajusticiados, producto de grupos de exterminio que actuando fuera del margen de la ley, hacen su voluntad a sus anchas en todo el territorio nacional.
Hoy ha nacido una violencia política injustificada, que reprime con un uso ilegítimo y desproporcionado, manifestaciones públicas, golpeando a hombres, mujeres y niños, abuelos, calificandolos de traidores a la patria, una patria creada por ellos mismos, muy distante de la patria de bolívar.
EL escenario delictivo en el país, se graduó con honores, ya no hay bancos que robar porque no hay dinero, ya no existe el secuestro express y ya las víctimas no son llevadas a los cajeros a retirar dinero, porque no funcionan, ya no roban zapatos, o carteras, hoy los objetivos son otros, hoy los objetivos son efectivamente seleccionados, y meticulosamente estudiados, hoy se valen de las informaciones subidas a las redes sociales, aprendieron a organizarse para estar dentro de nosotros mismos, hoy poseen territorios de paz en las que impera la ley de sus líderes y estos a través de sus redes, han ingresado en organismos judiciales, policiales, militares, hoy tienen un poder antes nunca visto, hoy pueden paralizar media ciudad sin que se pronuncie algún organismo judicial, es como una especie de alianza perversa, oscura, que busca tener cada vez más poder.
Estas mutaciones han traspasado las fronteras de las grandes ciudades para también asentarse en aquellas regiones de menos movimiento económico industrial, pero que aún le asegura grandes ingresos, hoy el delito tiene sus fortificaciones tras los muros de un penal, dirigiendo sus tentáculos extorsivos, a rienda suelta, una llamada es suficiente para desencadenar los peores escenarios de violencia en una zona o territorio, hoy lucen sus armas con una tecnología militar única. Sin embargo ahora nace el delito por hambre, un delito más junior, mas novato, mucho más amateur, conformado por niños organizados en grupo, quienes estando al acecho de la salida de automercados esperan a sus víctimas para arrebatarles las bolsas de alimentos, caracterizándose por un nivel de violencia superior, sin mediación, sin lastima, muy por el contrario con sorpresa deja notables evidencias de ira, frustración a través de sus víctimas, dejando un mensaje claro, "no tienes derecho a tener más que yo".
Como ingrediente perfecto a estos cócteles delictivos, impera la carencia de justicia efectiva, o peor aún el desproporcionado actuar judicial, deja un largo rastro de violencia que al final genera mucha más violencia.
Hoy el silencio de muchas madres que ven cómo sus hijos son captados por estos grupos delictivos bajo la promesa de comida, dinero fácil, y la poca responsabilidad penal que pudiera recaer sobre ellos en un momento determinado. pero del otro lado, aquellas madres que tambien lloran al ver a sus hijos asesinados por grupos delictivos, incluso aquellas madres de jóvenes oficiales policiales que son victimas fatales de la delincuencia, el llanto de los jóvenes que perdieron a sus compañeros por la acción desproporcionada de las autoridades por participar en las marchas y protestas en contra de un sistema de gobierno, el llanto de aquellos que perdieron sus tierras, por el descuartizamiento de sus animales, de los militares que han desertado, de los miles de jóvenes que han tenido que emigrar a otros paises huyendo de la violencia, en busca de mejores oportunidades de trabajo, estudio, vivienda, el desgarrador llanto de aquellos que pierden a sus seres queridos por falta de medicina o atención médica.
Hoy Venezuela llora entera, hoy el país duele de forma íntegra, pero en el fango de la injusticia y en los hedores de la crueldad humana también surge la esperanza, esa esperanza de volver acariciar en carne viva esa Venezuela que todos extrañamos hoy.